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Un Nuevo Modelo Para La Salud y La Enfermedad- page 100

Debido a su propia naturaleza, un organismo sano está en balance dinámico, el cual trata de mantener a toda costa. Cuando el organismo humano ha conseguido este balance y está en lo mejor posible de su salud, exhibe una especie de vulnerabilidad, dado su estado dinámico, fluido. Parece que todo en su ambiente tiene que trabajar ahora para el, armoniosa y concluyentemente si va a mantener esta condición balanceada óptima. La tendencia es a perder tal equilibrio ante una influencia fuerte negativa o positiva. Moverse negativamente equivale a entropía; moverse positivamente equivale a evolucionar hacia un nivel más alto de existencia.
Parece que no es difícil para un estímulo negativo romper las primeras defensas de un organismo sanamente balanceado, pero una vez desequilibrado; el organismo levantará otra línea de defensa que es mucho más difícil de romper. Esto significa que el estímulo necesario para impulsar el trastorno a niveles más profundos debe ser mucho más fuerte y más agresivo.
Por ejemplo, veamos el caso de un paciente crónico de fiebre de Heno.
En los primeros años de vida de este individuo, parecía que la fiebre del heno había aparecido “de la nada” y sin mucha provocación. Para poder “suprimir” la fiebre del heno a condición asmática, se necesita un agente causal muy fuerte o un organismo muy débil. Tal estado puede resultar del uso frecuente de antihistamínicos para aliviar la fiebre del heno. Las membranas mucosas de las fosas nasales se secan (se detiene el catarro), y su respuesta es destruida por este tratamiento, pero dado que el organismo necesita el alivio que permite el catarro, ahora se ve obligado a movilizar sus defensas a un nivel más profundo en los bronquios, en forma de condición asmática.
Rara vez sucede esto automáticamente como un proceso natural. Es sólo cuando el organismo está ya demasiado débil para poder mantener la alteración a un nivel periférico (las fosas nasales), que ese proceso se desarrolla automáticamente. Pero la supresión es considerablemente más fácil de lograr con drogas químicas tales como los antihistamínicos. La razón es que las enfermedades naturales tienen un poder limitado sobre el organismo, debe existir una predisposición inherente antes de que una enfermedad natural invada niveles más profundos. Pero las drogas químicas tienen un poder ilimitado sobre cualquier organismo, cuando se introducen a este en grandes cantidades y por un periodo suficiente de tiempo. Si tal proceso se repite una y otra vez, aún el organismo más fuerte sucumbirá y permitirá la manifestación de nuevas enfermedades.